Según la OMS “la salud sexual es fundamental para la salud y el bienestar físico y emocional de los individuos, las parejas y las familias, así como para el desarrollo social y económico de las comunidades y los países”. La definición operativa actual de la OMS de «salud sexual», que surgió a partir de una junta de expertos llevada a cabo en el 2002, plasma una visión amplia: “La salud sexual es un estado de bienestar físico, emocional, mental y social en relación con la sexualidad; no es la mera ausencia de enfermedad, disfunción o debilidad.
La salud sexual requiere un enfoque positivo y respetuoso hacia la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de coerción, discriminación y violencia”.
¿QUÉ HACEMOS ENTONCES CON NUESTRO DOLOR? La fibromialgia es una enfermedad incapacitante donde el dolor y la fatiga pueden bloquear las redes neuronales del placer y del deseo (entre otras muchas alteraciones en distintos sistemas). Esta enfermedad afecta más a la mujer que al hombre (85-90 % son mujeres) y son el 2,4 % de la población mundial quienes la padecen (más de un millón de personas), aunque en los últimos estudios europeos esta cifra se sitúa entre el 3-4 %.
En torno al 70 % de l@s pacientes informan de problemas en su respuesta sexual y en sus relaciones de pareja. La pérdida del deseo, la hiperreactividad al dolor, una autoimagen negativa y diversos trastornos psicológicos (entre muchos otros síntomas emocionales) hacen que se evite la búsqueda del placer. Pero en la mayoría de las ocasiones es el dolor la causa directa de los problemas sexuales y el motivo por el que se eluden las relaciones íntimas. La evitación del contacto sexual es como una respuesta circular que va a interferir tanto en él/ella como en su pareja, lo que afectará de igual modo a su comunicación y a todo lo cotidiano, aumentará su distanciamiento físico, emocional, elevará los niveles de estrés, ansiedad y el malestar general, lo que a su vez retroalimentará el dolor físico generando indefensión, frustración y provocando conductas de rechazo y de aislamiento personal y social.
Padecer fibromialgia no supone renunciar al placer, al erotismo, y a unas relaciones sexuales creativas y saludables en las que se disfrute de la piel de una forma íntima y única. Hay que reubicar el dolor en un contexto diverso en donde la comunicación con la pareja es fundamental y no se puede evitar aquello que es necesario para una salud integral y completa. Nacemos como seres sexuados y no realizarnos como tal, supone seccionar una parte muy importante de nuestra identidad como humanos que repercute directamente en nuestra estabilidad física y emocional.
Cuando a nuestra consulta llega un@ paciente con dolor crónico, fatiga continuada y una serie de alteraciones emocionales considerable no podemos pasar por alto su historia clínica sexual. En casi todos los casos nos encontramos un reporte como “no me apetece”, “no tengo ganas”, “me duele y lo evito”, …, lo que a su vez supone un desajuste marital importante y una retroalimentación negativa al malestar generalizado que muestra la persona en su vida cotidiana.
La sexualidad y la Fibromialgia “dolor y placer” De color lila Nº 1 ALFIEL 2019 18 ¿POR DONDE DEBERÍAMOS EMPEZAR? Los profesionales de la salud recomendamos una buena historia clínica donde se incluyan datos bio-psico-sociales relevantes de la vida de la persona que estamos evaluando, sin obviar su “salud sexual”. Médicos, reumatólogos, fisioterapeutas, psicólogos clínicos, sexólog@s, no debemos pasar por alto las repercusiones negativas que unas relaciones sexuales insatisfactorias generan en el/la paciente y en su pareja. Una adecuada derivación a una consulta sexológica, donde hay un espacio para afrontar de forma rigurosa, científica y técnica el área de la sexualidad, supone un avance en la forma de sentir el placer, del erotismo y de cómo te relacionas con tu piel y con la piel del “otr@”, por ello es de vital importancia para un adecuado manejo del placer y del dolor concomitante en estas personas. No podemos obviar tampoco como la medicación afecta a la libido y puede alterar de manera considerable las distintas fases de la respuesta sexual y esto es algo a considerar cuando se trabaja con fármacos para el dolor.
Los antidepresivos, las benzodiacepinas, los miorelajantes, etc., interfieren en la respuesta sexual de diferentes formas que hay que conocer y minimizar. Existen numerosas técnicas cognitivas-conductuales para un adecuado manejo del dolor, que mejoran las estrategias de afrontamiento vitales y ayudan a que estas personas disfruten de una sexualidad sana. Tanto el cuerpo como la mente se pueden entrenar para afrontar y adaptarse a esta nueva situación y a “sentir” de forma diferente. Para ello los psicólogos clínicos trabajamos con las medidas y herramientas adecuadas para el fortalecimiento de este caminar por la vida. Mencionar del mismo modo cuán importante es el ejercicio físico y una alimentación saludable. Todos estos ingredientes van a contribuir a ese plato mágico que es el deseo y por tanto a que seamos seres deseantes y deseados. Tú eres el/la único/a responsable de tu deseo y puedes aprender a entrenarlo, hacerlo que crezca y que forme parte de cómo sientes tu piel y de cómo te entregas al otr@ en el plano del erotismo y lo sexual.
EL DESEO ESTÁ EN TU MENTE, TÚ DECIDES SI QUIERES QUE SE DUERMA O QUIERES MANTENERLO JUGANDO CON EL DOLOR. Ya tenemos datos científicos, numerosos estudios avalan como el componente emocional afecta a las diferentes áreas afectadas en la fibromialgia y por tanto, cómo una intervención con adecuadas técnicas psicológicas (mindfullness, relajación, técnicas de pensamiento positivo, biofeedback, role playing, entrenamiento en desensibilización sistemática, …) mejoran de forma exitosa el manejo de muchos de los síntomas de la enfermedad, sus repercusiones en la vida y en la sexualidad de aquellas personas que tienen que vivir con un aliado “extraño y amigable” como es el dolor. Es por ello que los sexólog@s proponemos un modelo de intervención multidisciplinar en el que la sexualidad sea considerada como una prioridad en la salud integral del/la paciente. Con todo ello podemos llegar a conseguir una calidad de vida optima en la que el sexo, dentro de un modelo no “coitocentrista”, sea una necesidad en l@s pacientes con fibromialgia, donde aprendamos a tocarnos, a que la sexualidad no esté en el pene ni en la vagina sino en la capacidad de cuidar y acariciar la piel del otr@ y disfrutarlo.
Negar nuestra sexualidad, no alimentar nuestro deseo, es como negar una parte muy importante de nuestro ser, lo que a la vez genera problemas de pareja y de autoestima importantes. Es esa la clave, aceptar que el placer es parte de la vida y es necesario para construir nuestra historia vital con FIBROMIALGIA, que no podemos renunciar a ello, simplemente tenemos que reaprender a sentirlo de forma “diferente y única” y que tenemos y debemos sustituir el “no me apetece…” por “voy a jugar como cuando éramos niñ@s, a poder cerrar los ojos y ver que siento en mi piel…”. De todas formas la vida nos regala eso que es VIDA y la vida es placer y dolor, no renunciemos a ninguno, hagamos trampas y enseñemos a nuestro cuerpo a poder disfrutar de una sexualidad única. Nadie dice que sea fácil pero sí que vale la pena.